Nuestro derecho a formar asociaciones o sindicatos, a la protesta u otras reuniones pacíficas, es uno de los derechos humanos más conocidos. Quizás sea porque estos derechos humanos – la libertad de expresión, asociación y reunión – permiten la consecución y realización de muchos de nuestros otros derechos y libertades.
Cada uno de los derechos a la libertad de expresión, como lo son la libertad de asociación y la libertad de reunión están consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en muchas constituciones y leyes nacionales de todo el mundo.
Lamentablemente, algunos gobiernos y muchos dirigentes políticos no aceptan el escrutinio, la rendición de cuentas, las críticas o los llamamientos al cambio e intentan reprimir el derecho a la libertad de expresión y las protestas, o son extremadamente selectivos a la hora de elegir cuándo respetar o proteger esos derechos.
Puede que a nuestros dirigentes políticos no les guste recibir críticas o consejos, pero forma parte de su trabajo y es absolutamente vital para la salud de una democracia.
En algunos países, las personas defensoras de los derechos humanos se enfrentan a amenazas y ataques, se les cierran sus organizaciones, se les criminaliza, se les detiene o incluso pueden llegar a ser víctimas de homicidio por el mero hecho de expresarse o protestar. Las represalias contra las personas que tratan de promover o proteger los derechos humanos nunca son aceptables.
Incluso en varias democracias liberales, estamos viendo tendencias alarmantes de leyes que reprimen la libertad de expresión y los derechos de protesta. A veces, las protestas pacíficas pueden causar interrupciones o inconvenientes, pero forman parte de la vida en una democracia vibrante y funcional.
Limitaciones a la libertad de expresión, asociación y reunión
Sólo se pueden imponer limitaciones razonables a los derechos humanos cuando éstas sean proporcionadas y necesarias para fines legítimos o para evitar que se vulneren los derechos humanos de otras personas.
Por ejemplo, cuando la libertad de expresión se convierte en discurso de odio o incita a la violencia o corre el riesgo de perjudicar a otras personas de otras maneras, entonces pueden aplicarse restricciones apropiadas.
Del mismo modo, una protesta que bloquee deliberadamente el acceso de las personas a los servicios médicos y su derecho a la asistencia sanitaria, podría ser limitada por las autoridades, aunque esa protesta sea pacífica. Por supuesto, cualquier acción en este sentido tendría que evitar el uso de un nivel de fuerza desproporcionado. Corresponde a las autoridades encontrar formas de acomodar y permitir las protestas pacíficas.
ISHR, y el derecho a libertad de expresión, asociación y reunión
Puede aprender más sobre el trabajo de ISHR para la promoción y la protección de las libertades de expresión, asociación y reunión, o para acabar con las represalias.